martes, mayo 23, 2006

STOP A LA DISCRIMINACIÓN

En las últimas semanas he tenido la oportunidad de participar en varias reuniones donde el colectivo femenino era mayoritario. Fué inevitable en algún momento abordar los aspectos relativos a la igualdad de oportunidades y la conciliación laboral, máxime teniendo en cuenta los últimos acontecimientos ocurridos con promulgación de leyes y cenas "sólo para mujeres" incluidas. Algunas de las féminas participantes en las reuniones empezaban a cuestionar si el camino que se había emprendido era el adecuado. Todos estamos de acuerdo en que la igualdad de oportunidades y el equilibrio entre géneros son un deseo y una gran necesidad; lo que quizás no estemos sabiendo es, cómo materializarlo. Las discriminaciones positivas, siguen siendo eso, discriminaciones, hay sustantivos que no admiten ser adjetivados y a discriminación no parece que le siente bien el adjetivo "positivo". Por supuesto que todos los esfuerzos son pocos a la hora de conseguir una sociedad más justa y equitativa, en el que todos tengamos las mismas posibilidades sin distinción de raza, religión, condición y por supuesto sexo. En los años 50 , enEstados Unidos, en las pruebas para incorporación de nuevos músicos a las orquestas filarmónicas se implantó un sistema que pretendía garantizar la imparcialidad de la selección. En aquél momento era un común sentir que las mujeres nunca podrían llegar al nivel de virtuosidad en el manejo de los instrumentos musicales. La introducción de una cortina entre el tribunal examinador - por supuesto fundamentalmente compuesto por hombres- y los candidatos al puesto se realizaba mediando una cortina de por medio. Es a partir de ese momento donde empiezan a verse mujeres en las orquestas, cuyo número ha ido progresivamente en aumento. En paralelo es muy importante asegurar que las oportunidades para poder acceder a la formación en igualdad de condiciones a los hombres son reales. Estoy convencido que las numerosas mujeres que hoy forman parte de las orquestas, sienten que el puesto que ocupan lo hacen con todo merecimiento. La cuestión es: ¿qué hubiera ocurrido si hubieran accedido a esos puestos por una norma de porcentajes?. Parece que el camino es obviamente el favorecer la igualdad de oportunidades , y los hombres tenemos que defender decididamente esta iniciativa, pero no parece por contra, que una larga lista de normas reguladoras limitadoras sea la solución a un problema que no se debe simplificar tanto, la igualdad no se encuentra en la equiparación en el número sino en la equiparación de oportunidades para conseguir la situación más equitativa sea cual sea el resultado.