jueves, abril 20, 2006

BUENOS DÍAS CON ALEGRÍA


El pasado lunes, en el retorno al trabajo después del período vacacional de Semana Santa, tenía una reunión a primera hora en una empresa de servicios líder en su sector de actividad. La oficina, en la que ya había estado anteriormente, es aparentemente un lugar que podría considerarse como un entorno agradable para trabajar. Mientras esperaba para mantener la reunión con uno de los máximos responsables de la citada empresa -había llegado con algunos minutos de antelación- fuí llevado a una sala que se encontraba en un lugar por el que en esos minutos transitaron varios empleados de la empresa que acababan de llegar a la oficina para iniciar su jornada. Cada uno de ellos tuvo una actitud diferente que me hizo pensar en cómo nos aproximamos a nuestros compañeros de trabajo a primera hora del día. La verdad es que fueron unos minutos tremendamente interesantes y que me dieron lugar a realizar un compedio de actitudes, que durante ese tiempo se produjeron y que son los que habitualmente observamos diariamente en nuestras organizaciones y los que transmitimos nosotros mismos a los demás.
Me he permitido ponerles alguna denominación para darle un toque más informal.

1.-La sonámbula: La primera persona que apareció pasó por delante de mí mirando pero sin ver, es como si todavía estuviera durmiendo en la oficina y fuera de paso para su despertar final. ¿Cuántos de nosotros pasamos al lado de personas en las oficinas que simplemente ignoramos porque no han sido nunca importantes para nosotros? ¿o sólo saludamos cuando están en compañía del jefe?

2.- La tímida: La segunda en transitar, fue aquella que repara en tu presencia pero no se atreve a saludar con voz sonora y musita entre dientes con un gesto de complicidad un ininteligible "buenos días", tratando de buscar cierta comprensión en tu contestación.

3.- La ocupada: Es la que pasa como una exhalación incluso a primera hora de la mañana después de sus vacaciones, y que camina por las estancias de la oficina con las luces apagadas, ya que su objetivo está en el archivo ubicado en el otro lado de la estancia, sólo si le cambian un mueble de sitio y lo ponen en su camino percibe el cambio, con lo que tú formas parte del mobiliario invisible de ese día, ya que no molestas.

4.- La maleducada: Que es el empleado para el que el tu presencia tan temprano en la oficina es un fastidio, ya que eres un intruso que estás estropeando "el momento" de la vuelta al trabajo, y por tanto te dirige una mirada penetrante con un gesto a mitad de camino entre el desprecio y la desconsideración.

Llegado este momento la sensación que uno tiene es de que está en el lugar y en el momento equivocado, y que seguramente - a pesar de que le consta que existe buen ambiente de trabajo en esa empresa- no sea para tanto ese buen ambiente.

Por suerte las cosas empiezan a cambiar, y aparecieron los otros:

La despierta: Pasa por segunda vez, "la sonámbula" que ya ha despertado y te concede un saludo de buenos días muy correcto, ha mirado y te ha visto, ahora sí que reparó en tu presencia, antes estaba en su mundo y ahora ya está en la oficina.

La alegre: Por fin llega una persona derrochando simpatía, y te planta un "Buenos días" sonriente y con alegría, casi cantando y que va extendiendo al resto su ánimo , y que va dedicando con el mismo entusiasmo, ilusión y animosidad a todas las personas un saludo tan lleno de optimismo que de momento parece como si aquella oficina de repente se iluminara y empezara por fin a brillar de una forma diferente.

¡¡¡¡¡ Cuán contagiosa son estas actitudes!!!!.

Todavía recuerdo en una organización en la que fuí responsable de un departamento empezamos a realizar una medición de nuestro estado de ánimo cada día, introduciendo una bola de diferentes colores dependiendo de nuestro estado de ánimo al llegar a nuestro departamento y haciendo lo mismo al irnos. Hicimos el recuento escrupulosamente cada día, que compartimos, no fuimos capaces de avanzar y profundizar ¿por qué? unos días comenzaban tan bien y terminaban peor o por qué unos empezaban menos bien y terminaban mejor. Lo cierto es que por lo menos sirvió seguramente para que cada uno de nosotros reflexionara sobre qué nos afectaba en nuestro ánimo antes de iniciar nuestra jornada laboral y durante ella. Otro aspecto que seguramente comprobamos es que determinadas actitudes de determinadas personas nos influían y eran contagiosas para los demás.
Puestos a contagiar mejor que sea algo positivo, así que el próximo día cuando llegue a su puesto de trabajo, a su oficina o a la primera reunión diga sin pudor y con alegría
¡¡¡¡¡ Buenos días !!!!!!.